Desde el inicio de la pandemia una lluvia de llamadas cayó sobre nuestra casa. Creyentes y no creyentes expresaban todo tipo de dudas, dolor, lágrimas, impotencia, rabia, esperanza, petición de oraciones… Todas traspasaban nuestro corazón y, como Iglesia orante, eran presentadas ante nuestro Señor.
En este tiempo en que el dolor, la muerte y la inseguridad amenazan todas las seguridades mediante las cuales creemos blindar el corazón, Madre Verónica reflexiona sobre el verdadero fundamento de la esperanza humana y la fragilidad de los ídolos en los que, no pocas veces, el hombre busca su salvaguardia.